L’Ape musicale

rivista di musica, arti, cultura

 

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Danae, Klimt, Strauss

El argumento

La ópera mezcla dos mitos independientes, el de Dánae y el de Midas.

Arcisio, hijo de Abante el rey de Argos, tenía una hija, Dánae. Deseando un hijo, Arcisio fue al oráculo quien le dijo que, en efecto, Dánae tendría un hijo, pero que éste lo mataría. Para impedir el cumplimiento del oráculo, mandó construir una cámara subterránea de bronce en la que encerró a Dánae; pero nada pudo evitar que fuera seducida. Zeus, bajo la forma de una lluvia de oro, se introdujo por una grieta en el techo de la cámara para caer en el seno de la joven y seducirla. Al enterarse Arcisio de que Dánae había sido seducida, no creyó que ello fuese un acto divino, por lo que la encerró junto con su hijo en un bargueño y lo echó al mar. El hijo era Perseo, quien después de varias vicisitudes, mataría accidentalmente a su padre al lanzar el disco en unos juegos en Larisa.

Sileno, se había extraviado y dormido lejos del cortejo de Dionisio. Unos campesinos que no reconocieron al fauno lo encadenaron y lo llevaron ante su rey. Midas, iniciado en los misterios eleusinos, lo reconoció y de inmediato lo desató y partió con él para incorporarlo al séquito de Dionisio. Éste le dio las gracias y le ofreció cumplir cualquier deseo que tuviese. Midas de inmediato pidió que todo lo que tocase se convirtiera en oro. El dios accedió a su demanda y todo marchaba bien hasta que Midas no pudo comer ni beber, pues pan y vino se convirtieron en oro al contacto del rey, quien suplicó al dios lo revirtiera a su estado original. Dionisio aceptó y le dijo que se lavase cara y manos en la fuente del Pactolo; al hacerlo las aguas del río de llenaron de pajuelas de oro.

Al principio de la ópera, el rey Pólux trata de mejorar sus finanzas, al casar a su hija Dánae con el rico Midas quien realmente es Júpiter disfrazado, enamorado de Dánae y quien espera tener una nueva aventura amorosa bajo el disfraz. El verdadero Midas, que acompaña a Júpiter como mensajero, es un muletero quien permitió al dios asumir su apariencia a cambio del don de convertir en oro todo lo que toque. Al enviar Júpiter a Midas a preparar la reunión, al encontrarse con Dánae las cosas se desarrollan en forma muy diferente a la planeada. No sólo él se enamora perdidamente de la princesa; y Dánae, a pesar que Júpiter la había deslumbrado con una lluvia de oro en sus sueños, corresponde al amor del muletero. Al abrazar Midas a Dánae, se hace efectivo el don solicitado al dios, por lo que Dánae se convierte en una estatua de oro. Júpiter la confronta con un dilema: o se entrega a él, o vive en la pobreza con Midas a quien ya revocó el don maldito. Dánae se decide por Midas. La pareja vive felizmente en una pobre choza y, en un último esfuerzo para quedarse con ella Júpiter tiene que admitir que el oro perdió todo su atractivo ante Dánae. Júpiter, renunciando a sus deseos, bendice a la pareja y al amor humano. 

 

 

 
 
 

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