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Nabucco en blanco

por Gustavo Gabriel Otero

Buenos Aires, 02/06/2022. Teatro Colón. Giuseppe Verdi: Nabucco. Ópera en 4 actos, libreto de Temistocle Solera. Stefano Poda, dirección escénica, escenografía, vestuario, coreografía e iluminación. Sebastián Catana, (Nabucco); Rebeka Lokar (Abigaille); Guadalupe Barrientos (Fenena); Darío Schmunck (Ismaele); Rafał Siwek (Zaccaria), Mariana Carnovali (Anna); Mario De Salvo (Sumo Sacerdote); Gabriel Renaud (Abdallo). Orquesta, y Coro Estables del Teatro Colón. Director del Coro: Miguel Martínez. Dirección Musical: Carlos Vieu.

Ausente de la cartelera del Teatro Colón desde 1991 y planeada originalmente para iniciar la Temporada 2020 retornó Nabucco de Verdi con una visión escénica renovada y en algunos aspectos deslumbrante, un coro en excelente forma, un versión orquestal sólida y solistas vocales de adecuado nivel.

Stefano Poda a cargo de todos los aspectos visuales (dirección escénica, escenografía, vestuario, coreografía e iluminación), ofreció un concepto integral en el cual en lugar de buscar aspectos histórico-referenciales en apoyo del libreto, decidió ofrecer un planteo abstracto, moderno y de imágenes de poderoso impacto.

La ambientación escénica usó en todo momento el color blanco con enormes cubos con texturas semitransparentes a los costados y en el fondo del escenario una pared con caños que sobresalen. A esto se le adicionaron muy pocos elementos que bajan de las alturas o ingresan desde los costados: la estructura de un átomo, un cuerpo humano deconstruído que en el final aparece completo, un friso levemente babilonio, fragmentos de una pared, una cinta de Moebius enorme, tules enmarcados en cubos, y un ala gigantesca que puede ser la de un ángel o -quizás- la de la Victoria de Samotracia.

También en el vestuario predomina el blanco salvo en Abigaille que siempre está de negro, en Fenena que está de negro hasta que se convierte al judaísmo y en Nabucco de negro salvo en la escena final.

Los movimientos actorales, en una obra de por sí estática, no estuvieron en los solistas sino en la masa coral y en los 40 figurantes-bailarines que con movimientos tributarios de la danza contemporánea, con figuraciones cambiantes y con un ir y venir casi constante dieron a la escena permanente movilidad, con la ayuda del disco giratorio del escenario.

El planeo de la luz -siempre blanca- a cargo también de Stefano Poda es simplemente magnífico. De resaltar los climas que se crean en la pared del fondo solo con la luz que cambia reflejándose en los caños que integran esa escenografía.

En una obra de gran demanda pero a la vez de gran lucimiento para el coro, éste colectivo de artistas tuvo una noche de triunfo. Fue el Coro Estable del teatro que dirige Miguel Martínez en todo momento puntal de la noche. No solo por los movimientos coreografiados que demandaron una entrega notable en cada uno de los miembros sino por la cohesión musical y el excelente resultado final. Párrafo aparte para el esperado “Va pensiero”, cantado con todos los coreutas acostados y que luego de la entrada de Zaccaría al concluir se van levantando uno a uno.

Decir en la Argentina Carlos Vieu es saber de antemano que el repertorio verdiano está en buenas manos. Nuevamente el maestro logró insuflar a cada momento de la partitura el matiz exacto y lograr un rendimiento de primer orden por parte de la Orquesta Estable.

El planteo escénico con una puesta totalmente abierta que no contiene las voces de los cantantes jugó naturalmente en contra de un elenco que en principio resultó homogéneo, solvente y de adecuado nivel.

Como Nabucco, el rumano Sebastian Catana mostró muy buenas condiciones vocales, adecuada proyección y estilo verdiano.

Rebeka Lokar fue Abigaille, sin dudas uno de los roles más difíciles del repertorio lírico, la soprano eslovena logró superar los escollos de la partitura por su alta profesionalidad y gran volumen. Alguna zona de su registro muestra un persistente vibrato pero lo compensa con su entrega y algunas sutilezas interpretativas.

Grandes figuras de la noche fueron el bajo polaco Rafał Siwek como Zaccaria a la par de la argentina Guadalupe Barrientos cono Fenena.

Cumplieron adecuadamente con su cometido tanto Darío Schmunck (Ismaele) como Mario de Salvo (Sumo Sacerdote). Completaron con eficacia el elenco Gabriel Renaud (Abdallo) y Mariana Carnovali (Anna).


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