E lucevan le stelle
VIENNA, 9 de febrero de 2025 - Desde 1958 la Ópera de Viena presenta la producción escénica firmada por Margarethe Wallmann con escenografía y vestuario de Nicola Benois de Tosca de Puccini, siendo la producción más antigua de esa casa de ópera que continúa representándose. Se hace difícil enumerar e imaginar los cantantes que han estado dentro de esos trajes y de esa escenografía y da vértigo pensar que la casi totalidad de los artistas involucrados en esa reposición, así como una buena parte del público y hasta quien esto escribe no habían nacido cuando se presentó por primera vez esta producción escénica.
La puesta está muy lograda y por ello su vigencia. Se manejan bien los solistas y las multitudes y no hay atisbo de vetustez. La escenografía pintada por Benois delimita con excelencia los lugares de la acción. Particularmente lograda es la escenografía del tercer acto que a más de 65 años de su estreno continúa impactando. Bien logrado el vestuario con deslumbrantes trajes para la protagonista.
Cuando la puesta en escena se usa recurrentemente lo importante es el elenco vocal y en este caso se conjugaron tres de los más importantes artistas de su cuerda de la actualidad: Yoncheva, Beczala y Maestri.
Sin lugar a duda Sonya Yoncheva es una de las referencias actuales para el rol de Floria Tosca. La soprano búlgara posee medios vocales poderosos, su color vocal es bello, su lirismo es profundo y su registro es parejo en toda la extensión. Totalmente creíble y magnética en escena sabe dar a cada momento el tinte justo tanto en lo actoral como con su perfecta línea de canto sin recurrir a trucos o gritos como es muy habitual en ese rol.
Piotr Beczala compuso un Cavaradossi tan romántico como heroico. Con un lugar bien ganado por su calidad en el universo lírico internacional actual, su simpatía en el escenario y su fraseo encantan al público. Su perfecta línea de canto, la homogeneidad en el registro y su potente timbre bellamente tenoril son su marca registrada. En el tercer acto suscitó entusiastas muestras de aprobación del público por lo que debió conceder la repetición o bis de ‘E lucevan le stelle’.
No hay mucho que agregar para definir la admirable carrera de Ambogio Maestri, un cantante al que inmediatamente se lo asocia a brillantes interpretaciones de roles bufos o a ser un Falstaff de referencia (personaje que acaba de cantar en Milán). Pero hay que admitir que también en la carrera de Maestri hay lugar para personajes profundamente siniestros como este Scarpia. Presencia, volumen, entrega, credibilidad y adecuada maldad caracterizaron su interpretación del temible jefe de la policía de Roma.
Bien servidos los roles de Angelotti por Attila Mokus y del sacristán por Dan Paul Dumitrescu.
Cumplieron con creces su cometido tanto Andrea Giovannini (Spoletta), como Marcus Pelz (Sciarrone). Correcto el resto del elenco, así como el coro de la casa dirigido en esta ocasión por Martin Schebesta.
Pier Giorgio Morandi desde el podio, condujo con pericia a la orquesta dejando cantar a los solistas, regulando adecuadamente las intensidades en el Tedeum y poniendo de relieve la orquestación del maestro de Lucca en el inicio del tercer acto.